El pintor Antonio Fernández, nace en Goián el 6 de febrero de 1882 y fallece en el mismo pueblo el 20 de noviembre de 1970. A lo largo de su vida desarrolló en profundidad una interesante obra pictórica que llevó a cabo entre las ciudades de Santos (Brasil), Antícoli (Italia) y su natal Goián. Fue en este último lugar donde, ya en su etapa artística final, pinta el retrato del “Tío Cila, Lobo de Río” (década de 1950). Este importante lienzo, predilecto del propio autor, plasma al tío Cila, vecino de Goián, al terminar una jornada de pesca en el río Miño.
El poema sinfónico LOBO DE RIO describe el punto de vista del compositor y el mensaje que el lienzo le transmite, dividiendo así la partitura en tres grandes secciones. La primera, que va desde el inicio de la obras hasta el compás 71 describe el río Miño, con sus corrientes, sus mareas, su flora y fauna… Todo ello partiendo y teniendo cómo germen el arpegio de Fa mayor en su segunda inversión. La parte central de la obra, “O tío Cila”, describe la parte principal del lienzo, el retrato del tío Cila, el Lobo de Río. Desarrollando el arpegio del cual partía el tema de la primera sección nos transmite tranquilidad, bondad, humildad, trabajo… tal y como le inspira el cuadro al compositor. La última parte de la obra, “O Casteliño” hace referencia a la parte más peligrosa del río, una zona donde son muy habituales los remolinos y las corrientes fluviales. De ahí los compases de amalgama y las polirrítmias que el compositor utiliza en esta última parte pero en la cual sigue utilizando el motivo inicial de la obra. La obra concluye con una CODA que representa la vuelta a la calma del río Miño y el regreso del “Tío Cila, Lobo de Río” a la pesquera.